Alex Delgado Fontes, head greenkeeper de Costa Teguise Golf: «La formación es fundamental, este es un mundo que evoluciona a pasos de gigantes»

Alex Delgado Fontes ha dedicado media vida al mantenimiento del campo de golf de Costa Teguise Golf. Comenzó a trabajar en el campo muy joven y con el tiempo decidió enfocar su formación a seguir creciendo en la profesión de greenkeeper realizando varios cursos de jardinería y paisajismo así como un amplio curso de mantenimiento de campos de golf en la Escuela Abierta de Desarrollo en Ingeniería y Construcción (EADIC). Desde 2015 es head greenkeeper de Costa Teguise Golf en la isla de Lanzarote.
La verdad que esta andadura comenzó por casualidad. Empecé a trabajar a principios del verano de 2000, era un trabajo de verano pero poco a poco me fui enamorando del entorno, de la paz que aquí se respira. Este es un trabajo que, si te gusta la naturaleza, engancha, y más aún si cabe en una isla como Lanzarote en donde priman los volcanes. Este es un oasis en medio del mar de lava.
¿Cómo enfocas tu actividad diaria coordinando el mantenimiento de Costa Teguise Golf?
Como en cualquier campo nos levantamos muy temprano para poder realizar las tareas sin interrumpir el juego de nuestros clientes. ¡Un café bien cargado y a comenzar la jornada! Intento enfocar las tareas de manera que se ajusten a las necesidades del campo, tareas que pueden variar según la climatología.
Costa Teguise Golf es un campo particular marcado por palmeras y picón, ¿cuáles son los principales retos a los que te enfrentas?
Contamos con cerca de tres mil palmeras y con amplias zonas de picón que necesitan mantenimiento, una actividad que demanda un buen presupuesto por lo que me atrevo a afirmar que el mayor reto al que me enfrento nos lo trajo la crisis: el ajuste presupuestario.
Además de las nuevas teorías, evolucionan los productos y las herramientas. ¿Qué nuevas técnicas, productos o dispositivos utilizas en Costa Teguise Golf?
No es un producto nuevo pero este año he apostado por el uso de Primo Maxx de Syngenta en greens de Paspalum, quiero ver su evolución en este verano para poder valorar así su uso los próximos años.
Un buen mantenimiento de un campo de golf, el activo más importante de cualquier club, es fundamental. ¿Crees que en España se valora a los greenkeeper como se merecen?
Los greenkeeper en España están viviendo una revolución en estos últimos tiempos, ahora somos más visibles que hace diez años. Aunque aún queda camino por recorrer, estamos en la senda correcta. Tenemos grandes profesionales en nuestras filas, pero para que el parque de grandes greenkeepers crezca en España debemos seguir creciendo en campos de golf y en inversiones en los mismos.
Un referente que tomamos casi siempre para valorarnos nosotros mismos suelen ser los greenkeeper de Estados Unidos pero ellos juegan en otra liga, sus presupuestos son desorbitados, la cantidad de campos es increíble y cuentan con una asociación referente mundial en este sentido. “Trabajemos para conseguir lo mejor de nosotros mismos y que eso se refleje en nuestros campos”, afirman.
Formaste parte del equipo de mantenimiento de apoyo en el Open de España de 2016 celebrado en el Real Club Valderrama, ¿cómo fue la experiencia?
El año pasado forme parte del grupo de voluntarios que la Asociación Española de Greenkeepers y la Real Federación Española de Golf envío al Open de España en el Real Club Valderrama, sin lugar a dudas la mejor experiencia profesional de mi vida. Durante esa semana conocí gente tan apasionada por su trabajo como yo, tuvimos la oportunidad de estar trabajando con una plantilla acostumbrada a preparar grandes torneos.
Cada madrugón valió la pena, estar a las órdenes de Adolfo Ramos, head greenkeeper del Real Club Valderrama, y seguir las indicaciones de su asistente Antonio Guerrero hacía que todo pareciese fácil. La calma que transmiten te hacía ver que eso era una día más, concentrado, sin nervios y a currar. De allí me llevé el recuerdo de un gran equipo de agrónomos pero sobre todo grandes amigos con los que compartí días y noches, y con los que aún hoy comparto dudas y chistes (aunque sean verdes, que no todo es trabajo). Sin lugar a dudas repetiría la experiencia.
Muchos compañeros tuyos opinan que es importante que los greenkeeper sean también jugadores de golf para poder tener una visión más amplia del campo, ¿coincides con ellos?
Sí, considero que es fundamental jugar al golf para poder tener la visión del cliente. Bien es cierto, y coincido con mis compañeros, que prácticamente no tenemos tiempo de jugar o por lo menos no todo el que deberíamos.
Prácticamente todos los greenkeepers coinciden en la gran importancia de la formación continua y del reciclaje de conocimientos, ¿cuál es tu opinión?
La formación es fundamental, este es un mundo que evoluciona a pasos de gigantes. Desde la AEdG se apoya la formación y nos mantienen al día de las novedades en el mantenimiento, pero me gustaría dar la gracias a las casas comerciales que se vuelcan en la formación como Servicentre, Aqua-Aid y Olmix Group por hacernos crecer con sus charlas formativas, a Syngenta por promover la formación de los greenkeeper para un mejor uso de productos fitosanitarios en nuestros campos, y a Novogreen y Tapiz Verde por estar a la vanguardia del mantenimiento de las zonas verdes y de sus renovaciones. Gracias a todos ellos por colaborar.
¿Qué le recomendarías a un recién licenciado que estuviera interesado en desarrollar su vida profesional en el área del mantenimiento de campos de golf?
Le recomendaría que comenzase su andadura haciendo prácticas en campos de golf, que trabajase en ellos hasta conocer realmente el trabajo, para que después pueda crecer profesionalmente. Es una etapa bonita, como lo son todas en esta profesión, pero es sobre todo necesaria.
¿Cuáles son tus objetivos a corto y medio plazo?
Mi objetivo principal a corto plazo es mantener el campo en condiciones óptimas de juego y, si hablamos de a largo plazo, tengo en mente y en papel una renovación de la red de riego, un proyecto asumible y necesario. Contamos con una red de riego que presenta más de treinta y cinco años, ya está alcanzado el final de su vida útil y es más recomendable sustituirla que repararla.